29 de septiembre de 2014

GUÍA PRÁCTICA PARA DESACREDITAR ESTUDIOS ALTERNATIVOS


Daniel Drasin es un escritor y cineasta estadounidense que, en los años noventa, escribió un ensayo llamado Zen and the art of debunkery (Zen y el arte del descrédito). Los motivos que le llevaron a elaborarlo fueron dados por sus experiencias con cierto sector de la comunidad científica. Su intención primera era descubrir las estrategias de los que él llama “escépticos patológicos”, pero con el tiempo se convirtió en una especie de bálsamo para los investigadores “honestos” que han sufrido los ataques de quienes, “miserablemente” (son palabras del autor), han querido utilizar una mal entendida actitud científica como arma de ataque.

Entre 1991 y 1997 surgieron diferentes versiones del documento. En 2012, traduje para la ocasión la primera parte de una versión reducida del mismo. Y ahora me ha dado por volver a publicarla. Sin más…
                                                                               

Introducción

Así que ha tenido un encuentro cercano con un OVNI. O un serio interés acerca de la vida extraterrestre. O pasión por seguir pistas que parecen apuntar hacia la existencia de una realidad más amplia. Mencione cualquiera de estas cosas a la mayoría de los científicos en activo, y esté preparado para cualquier cosa, desde el escepticismo paternal al despiadado ridículo. Después de todo, la ciencia debe ser, simplemente, una actividad práctica, con poca paciencia para nociones “expandidas” de la realidad. ¿Verdad?

Falso.

Como todos los sistemas de búsqueda de la verdad, la ciencia, correctamente

aplicada, tiene un impulso liberador y profundamente fértil en su núcleo. Este “zen” en el corazón de la ciencia se revela cuando el facultativo deja a un lado las creencias arbitrarias y los prejuicios culturales, acercándose a la naturaleza de las cosas con “una mente de aprendiz”. Cuando así se actúa, la realidad puede hablar fresca y libremente, y se puede escuchar con mayor claridad. La comprobación apropiada y la validación objetiva pueden, de hecho “deben”, venir después.

Ver con humildad, curiosidad y ojos frescos, fue una vez el aspecto principal de la ciencia. Pero hoy es una historia diferente. A medida que la actividad científica ha sido desviada hacia el expolio, la institucionalización, la hiperespecialización y la nueva ortodoxia, se ha ido encerrando cada vez más en hechos inconexos dentro de un vacío psicológico, social y ecológico. Tan desconectada se ha vuelto la ciencia oficial del gran esquema de la cosas, que tiende a negar o descartar dominios enteros de la realidad y a satisfacerse con reducir toda la vida y la conciencia a física muerta.

A medida que cambia el milenio, la ciencia parece, en muchos aspectos, estar pisando el trillado camino de las religiones a las que supuestamente reemplazó. Donde una vez reinara la investigación libre y desapasionada, ahora se elevan las emociones fundamentalistas en defensa de la “verdad científica”. A medida que las anomalías se acumulan bajo un mar de negaciones, los defensores de la Fe y el Reino se aferran, con cada vez mayor prepotencia, al casco de un paradigma que se hunde. Ante las provocativas evidencias de cosas impensables para su filosofía, muchos veteranos científicos regresan a una especie de escepticismo infantil caracterizado por una fe ciega y absoluta en lo familiar. No resulta sorprendente, pues, que tantos prometedores campos de investigación continúen envueltos en la superstición, la ignorancia, la negación, la desinformación, lo tabú… y el descrédito [debunkery en el original]

¿Qué es el debunkery? Esencialmente es el intento de invalidar una información novedosa sustituyendo el método científico por la propaganda cientificista.

Para poner de manifiesto esta clase de comportamiento pseudocientífico, he elaborado una guía útil para los aspirantes a debunker, con una sección especial dedicada a invalidar la inteligencia extraterrestre (tal vez el tema más agresivamente denostado en la historia moderna). Como le resultará evidente al lector, he llevado algunas de estas estrategias de descrédito al límite del absurdo para así mostrarlas con claridad. Por lo demás, su inherente razonamiento falaz, la lógica retorcida y la pura tontería sonarán frustrantemente familiares a quienes se han arriesgado a explorar bajo el océano de la negación y han intentado informar de buena fe sobre lo que allí encontraron.

Sin más:
Cómo desacreditar cualquier cosa

Parte 1: Descrédito General
  • Antes de comenzar a desacreditar, prepare su equipamiento. Equipo necesario: un sillón.
  • Muestre un semblante apropiado. Cultive un aire condescendiente que sugiera que sus opiniones personales están respaldadas por la total fe y crédito de Dios. Emplee términos vagos, subjetivos y despectivos como “ridículo” o “trivial” de una manera tal que sugieran contar con toda la fuerza de la autoridad científica.
  • Muestre a la ciencia no como un proceso de descubrimiento sin límite, sino como una guerra santa en contra de turbulentas hordas de infieles adoradores de lo raro. Puesto que en la guerra el fin justifica los medios, puede enredar, estirar o violar el método científico, o incluso omitirlo completamente, en el nombre de la defensa del método científico.
  • Mantenga sus argumentos tan abstractos y teóricos como sea posible. Esto “envía el mensaje” de que la teoría aceptada está por encima de cualquier indicio que la pueda cuestionar, y que, por lo tanto, no vale la pena examinar ningún indicio al respecto.
  • Refuerce el erróneo y habitual concepto de que ciertos temas son inherentemente acientíficos. En otras palabras, confunda deliberadamente el “proceso” de la ciencia con el “contenido” de la ciencia. (Alguien puede, por supuesto, objetar que, como la ciencia es un acercamiento universal a la búsqueda de la verdad, debe ser neutral sobre el tema a tratar, por lo cual sólo el “método” de investigación puede ser o no ser científicamente serio. Si eso ocurre, desestime tales objeciones usando un método empleado con éxito por generaciones de políticos. Simplemente tranquilice a todos: “¡no existe ninguna contradicción en ello!”).
  • Arregléselas para apoyar su mensaje en autoridades. El grado hasta el que se puede estirar la verdad es directamente proporcional al prestigio de su portavoz.
  • Siempre refiérase a los postulados no ortodoxos como “pretensiones”, las cuales son “expuestas”, y a sus propias aserciones como “hechos”, los cuales están “establecidos”.
  • Evite examinar la prueba. Esto le permite decir con impunidad, “¡No he visto absolutamente ninguna evidencia que apoye tan ridículas exposiciones!” (Note que esta técnica ha sobrevivido al paso del tiempo y data de, al menos, la era de Galileo. ¡Simplemente negándose a mirar a través de su telescopio, las autoridades eclesiásticas adquirieron para la Iglesia el poder de la negación absoluta y gratuita durante tres siglos!)
  • Si examinar un indicio se vuelve inevitable, informe de que: “¡no hay nada nuevo aquí!”. Si le hacen frente con un gran cúmulo de pruebas que han resistido los tests más rigurosos, simplemente desestímelas por ser “solo un puñado”.
  • Iguale el necesario aspecto escéptico de la ciencia con “toda” la ciencia. Haga hincapié en los elementos restringidos, rigurosos y críticos de la ciencia y excluya la intuición, la inspiración, la exploración y la integración. Si alguien objeta, acúsele de ver la ciencia en términos exclusivamente difusos, subjetivos o metafísicos.
  • Insista en que el progreso de la ciencia depende de explicar lo desconocido en términos de lo conocido. En otras palabras, ciencia es igual a reduccionismo. Puede aplicar el enfoque reduccionista en cualquier situación, descartando más y más pruebas hasta que lo poco que queda pueda finalmente ser explicado enteramente en términos del conocimiento establecido.
  • Reste importancia al hecho de que la investigación libre y la discrepancia legítima son aspectos normales de la ciencia.
  • Póngase a disposición de los productores de los medios que buscan un “informe equilibrado” de las visiones no ortodoxas. Sin embargo, acepte participar sólo en aquellas presentaciones donde las restricciones y la parcialidad a priori imposibilitan lujos como la discusión, el debate y el examen cruzado.
  • En cada oportunidad que tenga, refuerce la opinión de que lo que es familiar es necesariamente racional. Lo no familiar es, por lo tanto, irracional, y consecuentemente inadmisible como prueba.
  • Sentencie categóricamente que lo no convencional puede ser desestimado como, en el mejor de los casos, una honesta malinterpretación de lo convencional.
  • Califique a sus oponentes como “creyentes sin sentido crítico”. Desestime categóricamente la idea de que desacreditar implica tener una creencia sin sentido crítico, sino que es el status quo.
  • Mantenga que, en investigaciones de fenómenos no convencionales, una sola falla lo invalida todo. En contextos convencionales, sin embargo, puede sabiamente recordarle al mundo que “después de todo, las situaciones son complejas y los seres humanos son imperfectos”.
  • La “Navaja de Occam”, o el “principio de la parsimonia”, dice que la explicación correcta de un misterio suele expresarse con los principios fundamentales más simples. Insista, por ello, en que la explicación más familiar es, por definición, ¡la más simple! De a entender enérgicamente que la “Navaja de Occam” no es únicamente una regla filosófica, sino una ley inmutable.
  • Rechace cualquier análisis de la historia por el que se revele que los dogmas de hoy son la herejía de ayer. De la misma manera, evite discutir los muchos paralelismos históricos, filosóficos y espirituales entre ciencia y democracia.
  • Como el público tiende a tener poco clara la distinción entre indicio y prueba, haga su mejor esfuerzo para mantener esta confusión. Si hay una falta de pruebas, sentencie categóricamente que “¡no hay indicio!”.
  • Si se han presentado suficientes indicios para justificar una mayor investigación de un fenómeno inusual, argumente que “¡un indicio por sí solo no prueba nada!” Ignore el hecho de que un indicio preliminar no se supone que deba probar nada.
  • En cualquier caso, de por hecho que la prueba precede al indicio. Esto eliminará cualquier posibilidad de iniciar cualquier proceso serio de investigación, sobre todo si aún no se ha establecido el requisito de pruebas para el fenómeno en cuestión.
  • Insista en que no se puede establecer un criterio de pruebas para un fenómeno ¡que no existe!
  • A pesar de que la ciencia no tolera criterios dobles o imprecisos, insista siempre en que los fenómenos no convencionales deben ser juzgados por un diferente, aunque mal definido, conjunto de reglas científicas. Haga esto declarando que “los fenómenos extraordinarios requieren de pruebas extraordinarias”, pero asegúrese de no definir nunca dónde termina lo ordinario y dónde comienza lo extraordinario. Esto le permitirá crear un horizonte de evidencias en permanente alejamiento. Por ejemplo, prueba “extraordinaria” se define como aquella que resulta siempre inalcanzable.
  • Del mismo modo, exija pruebas que son imposibles de obtener. Por ejemplo, declare que los fenómenos aéreos no identificados sólo pueden ser considerados reales si los podemos llevar a un laboratorio para golpearlos con martillos y analizar sus propiedades físicas. Ignore los logros de las ciencias deductivas. La astronomía, por ejemplo, que tiene bastante éxito sin traer planetas, estrellas, galaxias y agujeros negros a los laboratorios para golpearlos con martillos.
  • Practique el descrédito por asociación. Junte todos los fenómenos popularmente tildados de paranormales y sugiera que quienes los plantean e investigan hablan con una misma voz. De esta manera usted puede, indiscriminadamente, trasladar datos entre distintas disciplinas o de un caso a otro para apoyar su punto de vista como sea necesario. Por ejemplo, si un supuesto tiene algún parecido superficial con lo que se está tratando y ha sido, o se asume popularmente que ha sido, expuesto como fraudulento, cítelo como si fuera un ejemplo apropiado. Entonces muestre una sonrisa presuntuosa, recuéstese en su sillón y sólo diga “dejo expuesto mi caso”.
  • Use la palabra “imaginación” aplicada sólo a ver algo que “no” está ahí, y no a negar lo que “está” ahí.
  • Si un número significativo de personas coincide en que han observado algo que viola la realidad consensuada, simplemente atribuyalo a una “alucinación masiva”. Evite hablar sobre la posibilidad de que la realidad consensuada pueda, en sí misma, constituir una alucinación masiva.
  • Ridiculice, ridiculice, ridiculice. Es, de lejos, el arma más escalofriantemente efectiva en la guerra contra los descubrimientos y la innovación. Ridiculizar tiene el poder único de hacer que personas de prácticamente cualquier creencia se vuelvan completamente inconscientes en un parpadeo. Sólo falla en aquellos pocos de mente suficientemente independiente como para no caer en el tipo de consenso emocional que la ridiculización proporciona.
  • Con la insinuación y ejemplo apropiado, haga ver que la ridiculización constituye una parte esencial del método científico que puede elevar el nivel de objetividad y desapasionamiento con el que se realiza cualquier investigación.
  • Si se ve presionado por sus novedosas interpretaciones del método científico, declare que “la integridad intelectual es un asunto sutil”.
  • De a entender que los investigadores de lo no ortodoxo son fanáticos. Sugiera que para investigar la existencia de algo, uno debe primero creer en ello absolutamente. Entonces declare que tales “verdaderos creyentes” conocen, por adelantado y con completo detalle, las respuestas a las más enigmáticas cuestiones. Convenza a la gente de su propia sinceridad asegurándoles que a usted mismo “le encantaría creer en estos fantásticos fenómenos”. Esquive con esmero el hecho de que la ciencia no consiste en creer o no creer, sino en investigar.
  • Use “humo y espejos”, por ejemplo, ofuscación e ilusión. Nunca olvide que una viscosa mezcla de hechos, opiniones, insinuaciones, informaciones fuera de contexto y completas mentiras van a engañar, casi siempre, a la mayoría de la gente. Tan poca cosa como una décima parte de hechos y nueve de porquería va a funcionar en la mayoría de los casos. ¡Algunos desacreditadores veteranos usan engaños homeopáticos con increíble éxito! Cultive el arte de moverse entre hechos y ficción tan indetectablemente que el más débil fundamento de verdad va a sustentar siempre todo su entramado de opiniones.
  • Emplee la “PTC”: Pseudo-refutación Técnicamente Correcta. Por ejemplo: si alguien comenta que todas las grandes verdades comenzaron como blasfemias, responda inmediatamente que no todas las blasfemias se han convertido en grandes verdades. Debido a que su respuesta fue técnicamente correcta, nadie va a notar que realmente no refutó el comentario original.
  • Trivialice el caso trivializando el ámbito entero en cuestión. Caracterice el estudio de fenómenos ortodoxos como profundo y con un alto requerimiento de tiempo, mientras califica al de los fenómenos no ortodoxos como algo tan insustancial que no exige más que hojear revistas sensacionalistas. Si se le insiste, simplemente diga “¡pero si ahí no hay nada que estudiar!” Califique a cualquier investigador serio de lo no ortodoxo como “entusiasta” o “friki”, o como “con estilo propio” (la palabra clave favorita de los medios para “falso”).
  • Recuerde que la mayoría de la gente no tiene suficiente tiempo o experiencia para un discernimiento cuidadoso, y tiende a aceptar o rechazar la totalidad de una situación extraña. Por lo tanto, desacredite la historia por completo intentando desacreditar “parte” de la historia. Aquí está el cómo: a) saque un elemento del caso en cuestión completamente fuera de contexto; b) busque algo pragmático que hipotéticamente pueda explicarlo; c) declare que, por lo tanto, ese elemento ha sido explicado; d) convoque una conferencia de prensa y anuncie al mundo que: ¡el caso entero ha sido explicado!
  • Contrate los servicios de un ilusionista profesional que pueda simular el fenómeno en cuestión, caso de percepción extrasensorial, psicoquinesis o levitación. Esto convencerá al público de que los defensores o los testigos originales de tales fenómenos deben ser talentosos magos, o bien haber sido engañados por alguno, que falsificaron el fenómeno original de la misma manera.
  • Encuentre un fenómeno chabacano que, para el no iniciado, se asemeje al fenómeno en cuestión. Entonces de a entender que la existencia de un parecido impide la existencia del fenómeno genuino. Por ejemplo, haga ver que, como la gente por lo general ve “caras” en piedras y nubes, la enigmática cara de Marte debe ser una ilusión similar y, por lo tanto, no puede ser artificial.
  • Cuando un fenómeno inexplicable muestra evidencias de inteligencia (como en el caso de los misteriosos círculos del maíz) céntrese exclusivamente en el mecanismo que podría haber sido usado por la inteligencia, en lugar de la inteligencia que podría haber usado el mecanismo. Cuanta más atención le dedique al mecanismo, más fácilmente podrá distraer a la gente de considerar la posibilidad de una inteligencia no ordinaria.
  • Acuse a los investigadores de fenómenos inusuales de creer en “fuerzas invisibles y realidades extrasensoriales”. Si ellos señalan que las ciencias físicas “siempre” han lidiado con fuerzas invisibles y realidades extrasensoriales (¿gravedad?, ¿electromagnetismo?…) responda, con una risa ahogada condescendiente, que “es una interpretación inocente de los hechos”.
  • Insista en que la ciencia occidental es completamente objetiva, y no se basa en suposiciones incomprobables, creencias encubiertas o intereses ideológicos. Si ocurre que un fenómeno extraño o inexplicable es considerado verdadero y/o útil para una sociedad no occidental o cualquier comunidad tradicional, lo puede rechazar como un “idea incorrecta”, “superstición medieval” o “cuento de hadas”.
  • Etiquete cualquier fenómeno mal entendido como “oculto”, “paranormal”, “metafísico”, “místico”, “sobrenatural” o “new age”. Esto va a apartar del caso a la mayoría de científicos por motivos puramente emocionales. Con suerte, se puede retrasar cualquier investigación seria del fenómeno por décadas, ¡o incluso siglos!
  • Haga preguntas que impliquen una opinión generalmente asumida que apoya su visión; por ejemplo, “¿por qué no hay oficiales de policía, pilotos militares, controladores de tráfico aéreo o psiquiatras que reporten ovnis?” (Si alguien apunta que hay tales personas, insista en que esos deben ser mentalmente inestables).
  • Formule preguntas sin respuesta basadas en requisitos arbitrarios de pruebas. Por ejemplo, “si esto fuera cierto, ¿por qué no lo hemos visto en TV?” o “¿en esta revista científica?” Nunca olvide la madre de todas las preguntas: “Si los ovnis son extraterrestres, ¿por qué no han aterrizado en los jardines de la Casa Blanca?”.
  • Similarmente, refuerce la creencia popular de que nuestro conocimiento científico es completo y absoluto. Hágalo asegurando que “si tal y tal fuera verdad, ¡ya sabríamos algo sobre ello!”
  • Recuerde que puede refutar con facilidad los dichos de cualquiera erigiendo “hombres de paja” a los que destrozar. Una forma de hacer esto es parafrasear equivocadamente sus ideas mientras preserva ese convincente granito de verdad; por ejemplo, comportándose como si los otros hubieran adoptado la posición más extrema del asunto. Otra estrategia efectiva, con una larga historia de éxitos, es simplemente replicar en forma errónea sus experimentos (o evitar replicarlos del todo diciendo que “hacer eso sería ridículo o estéril”). Para hacer el proceso entero aún más fácil, responda, no a sus dichos, sino a sus dichos como fueron expuestos por la prensa o propagados por el mito popular.
  • Insista en que tal planteamiento no ortodoxo no es científicamente comprobable porque ninguna organización que se precie financiaría tan ridículos análisis.
  • Sea selectivo. Por ejemplo, si una práctica de curación no ortodoxa no ha podido solucionar un caso de enfermedad terminal, puede juzgarla inútil (mientras se asegura de evitar mencionar las carencias de la medicina convencional).
  • Relacione a los ponentes con los valores y política editorial de cualquier medio que publique sus planteamientos. Si un fenómeno inusual o inexplicable es tratado de manera sensacionalista, utilícelo como prueba de que el fenómeno en sí debe carecer de miga o no tener importancia.
  • Cuando un testigo o ponente sostiene algo de una forma científicamente imperfecta, abórdelo como si no fuera científico del todo. Si no es un científico acreditado, argumente que sus impresiones no pueden haber sido objetivas.
  • Si no puede luchar contra los hechos de un caso, ataque a los participantes, o al periodista que informó del caso. Los argumentos “ad hominem” o los ataques personales son algunas de las formas más poderosas de influenciar al público y evitar la cuestión en sí, acúselos de: “¡beneficiarse financieramente de actividades conectadas con su investigación!” Si sus investigaciones, publicaciones o conferencias conforman su línea normal de trabajo o su único medio de sustento, sostenga como hecho que son: “¡pruebas concluyentes de que se están obteniendo ingresos de tales actividades!”. Si se han ganado el reconocimiento público por su trabajo, puede caracterizarlos tranquilamente como “buscadores de notoriedad”.
  • Invéntese el apoyo experto que haga falta, citando las opiniones de aquellos a los que popularmente, por su campo de estudio, se les supone el conocimiento necesario. Los astrónomos, por ejemplo, pueden ser expuestos como expertos en la cuestión OVNI, a pesar de que, para licenciarse en Astronomía nunca ha hecho falta ningún curso de ufología.
  • Invente confesiones. Si hay un fenómeno que se niega obstinadamente a desaparecer, coloque a un par de llamativos vejetes que digan que fue una broma. La prensa y el público siempre tienden a ver las confesiones como muestras de sinceridad y abandonarán de inmediato sus aptitudes críticas. A fin de cuentas, nadie quiere aparecer como un inmisericorde ante unos pecadores arrepentidos.
  • Invente fuentes de desinformación. Proclame que: ¡ha encontrado a la persona que inició el rumor de que tal fenómeno existe!
  • Invente proyectos de investigación. Declare que: “¡estas afirmaciones han sido completamente desacreditadas por los más grandes expertos en la materia!” Hágalo independientemente de que tales expertos hayan estudiado o no el asunto o, para el caso, de que incluso existan.

© 1997 by Daniel Drasin

(Versión completa en inglés)



http://www.erraticario.com/ciencia/guia-practica-para-desacreditar-estudios-alternativos/#comment-475

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