25 de agosto de 2014

LA RESPUESTA A UN DESEO IMPERIOSO



Probablemente estés pensando: <<De acuerdo, intelectualmente entiendo que el cigarrillo no me va a completar, ¡pero sigo teniendo la sensación de que necesito un cigarrillo!>>. Un deseo de este tipo parece 'físico'. Antes de que te des cuenta, parece realmente que tu cuerpo 'necesite' una dosis. Como explicaba antes, el cuerpo no sabe diferenciar una amenaza real de una amenaza imaginaria, y tampoco una carencia real de una carencia imaginaria.

La realidad es que el cuerpo nunca necesita un cigarrillo. Lo necesitas 'tú'. Lo necesita el buscador. No es el cuerpo el que intenta completarse; eres 'tú'. Creo que una de las grandes mentiras que decimos es: <<El cuerpo me pide un cigarrillo>>. Sí, de acuerdo, puede que tengas esa 'sensación', pero simplemente por que sientas eso no significa que la necesidad sea real.

Lo que realmente queremos decir con <<necesito un cigarrillo>> es <<NO ESTOY DISPUESTO A EXPERIMENTAR EL MALESTAR DE NO FUMARME UN CIGARRILLO>>. Y ahí está: no quiero experimentar el 'malestar' - la incompletud, el dolor, el daño que me hace, la falta de bienestar - de no conseguir lo que quiero. No deseo que esas olas vengan. Tengo la sensación de que me ahogaré en ellas. Tengo la sensación de que me superarán, de que no podré hacerles frente. Tengo la sensación de que me moriré, sin el objeto de la adicción, sin mi vía de escape, sin nada que me ayude a subyugar el dolor que me causa la existencia.

Cuando se le quita al buscador la esperanza de completud, ¿qué le queda? Cuando se te quita el tiempo, cuando toda esperanza de conseguir lo que quieres y estar completo desaparece, ¿con qué te quedas?

Te quedas con lo que es. Te quedas con el malestar, con la incompletud, con todo aquello de lo que solías escapar, y sin esperanza de escapar de ello. Te quedas frente a la vida tal como es..., frente a las olas que has rechazado, frente a los pensamientos y sentimientos de los que has estado escapando, quizás toda tu vida. Te quedas frente a tu dolor, tu tristeza, tu culpa, tu remordimiento, tu sentimiento de soledad, tus miedos más atroces. Te quedas aquí, ahora, en este momento, frente a lo que es.

Para una persona separada, tener que hacer frente a todo esto es un problema muy serio. Pero en el espacio abierto que eres, no hay problema alguno: todas las olas pueden, simplemente, existir. El malestar extremo. Un sentimiento de carencia. Un deseo imperioso de fumar. Un ansia. La sensación de que hay algo que necesita completarse. Dolor. Agitación. Palpitaciones quizá. Sudor. Todo tipo de imágenes..., de lo horrible que es tu vida, de ti fumando el cigarrillo extasiado, de ti aspirando profundamente el humo tibio, de toda la relajación que te proporciona, de la liberación que supone. La liberación está tan cerca que casi puedes tocarla.

Hay un deseo desesperado de alargar el brazo y encender un cigarrillo. En un momento, todo este malestar desaparecería. En un momento, el infierno podría convertirse en cielo. Sientes unas ganas insoportables. Quieres fumar desesperadamente. El cigarrillo te quitará todo este malestar. Sólo uno, pequeño, diminuto. Está a sólo unos momentos de distancia. Vamos. Sólo uno pequeño. ¡Ah, es 'tan' tentador!

Como hemos visto, no es que en verdad quieras un cigarrillo; lo que realmente quieres es que el momento presente vuelva a estar profundamente bien. ***Lo que realmente quieres es dejar de sentir que necesitas algo. Lo que realmente quieres es que no vuelva a faltarte nada.*** Lo que realmente quieres es que todo este malestar 'se acepte profundamente'. Quieres estar profundamente bien donde estás; quieres estar en casa aquí y ahora, y piensas que fumarte un cigarrillo es la única manera de lograrlo.

<<Quiero un cigarrillo>> es mentira. Una mentira basada en una identificación errónea, una mentira basada en suposiciones tremendas de quién eres en realidad, una mentira que nace de tu negativa a ver la completud de tu experiencia presente.

Pero, escucha, no te estoy diciendo que 'finjas' que no quieres un cigarrillo. Fingir nunca funciona; sólo te lleva a más fingimiento. No te estoy diciendo que finjas que no tienes deseos ni ansias. Eres un ser humano, no un robot. Te estoy pidiendo que honres el deseo, pero también que te sumerjas en él hasta llegar a su raíz; que te deshagas de todas las suposiciones que hasta ahora has dado por hechas y veas con ojos nuevos lo que es de verdad, más allá de lo que te han contado que es, más allá de lo que supones que es, más allá de lo que crees que es.

Nos hemos abierto paso sin miramientos a través de la experiencia del ansia simplemente para descubrir el mecanismo que la pone en marcha. --- No es el cigarrillo lo que anhelas (o la copa, o el sexo, o el siguiente colocón), sino la aceptación más profunda. --- No anhelamos un cigarrillo; anhelamos la intimidad inherente a la consciencia del momento presente..., el espacio abierto en el que se aceptan todas las olas de experiencia. No es que en realidad tengamos ansia de un cigarrillo; anhelamos que el ansia de fumar ese cigarrillo se acepte profundamente. Anhelamos amar esa ansia tal y como es, por muy disparatado que esto suene de entrada.

Cuando permito que un ansia cualquiera exista en este momento, con todo el malestar que conlleva, y cuando permito que exista en este momento el deseo imperioso de escapar del malestar - cuando permito que todo pensamiento, toda sensación, todo sentimiento, estén donde están, y veo que la experiencia presente se acepta profundamente en este instante , ya no 'necesito' un cigarrillo que me complete. *** Aquí es donde se puede romper el ciclo de la necesidad: en el alma misma de esa necesidad.*** Esto es libertad EN la necesidad, libertad EN el ansia, no liberación DEL ansia. Estoy hablando de descubrir la libertad en la que el ansia y la necesidad imperiosa de satisfacer esa ansia pueden, ambas, aparecer y se admite que aparezcan, al igual que todas las olas del océano están ya admitidas en el océano.

No estoy hablando de combatir el ansia o ignorarla. Hablo de permitir profundamente que el ansia esté presente, así como la necesidad, incluso una necesidad desesperada, de satisfacer esa ansia. Un deseo imperioso y el deseo imperioso de satisfacerlo son amigos inseparables. Si vas a permitir que exista el deseo, tienes que darle también la bienvenida a su mejor amigo: el deseo de escapar de ese deseo, y descubrir en lo que eres el lugar que acoge a ambos con profunda aceptación.

Permitir que el ansia esté presente - sentarse tranquilamente con ella, observar todas las imágenes que pasan flotando, sentir todas las sensaciones que vienen y van, permitirte de verdad sentir profundamente el deseo imperioso de fumar un cigarrillo, permitir el malestar e incluso el deseo más fuerte, el deseo que es tan fuerte que tienes la sensación de que estás 'a punto' de hacer algo al respecto, estar con todo ello - puede parecer una experiencia muy extraña. Pero recuerda que ningún deseo es demasiado fuerte para que esta profunda aceptación <<se encargue de él>>. Te sientes como si estuvieras a punto de morir si no te fumas un cigarrillo, y, aún así, incluso dentro de ese sentimiento, la más profunda aceptación sigue presente. La más profunda aceptación puede acoger ese sentimiento también. 'Es insoportable. No puedo más'. También ese. 'Es demasiado doloroso. No lo aguanto'. Y ese. '¡Me estoy muriendo!' Todavía estás vivo. '¡No puedo con ello!' Estás pudiendo. '¡No lo soporto!' Lo estás soportando.

Lo que he descubierto es lo siguiente: que incluso sin un cigarrillo, incluso con todos estos sentimientos que aparecen en ausencia de un cigarrillo, incluso en la experiencia de 'no conseguir lo que quiero', estoy profundamente bien. Incluso sin el cigarrillo, estoy completo en esta experiencia presente. En medio del ansia más intensa, esta profunda aceptación sigue estando absolutamente presente. No significa que el ansia desaparezca, sino que mi relación con el ansia se transmuta. Ya no es una ola separada que se vaya a rechazar...; es una expresión del océano que el océano acoge.

Y una vez que he descubierto esta completud, sigo siendo libre de fumarme un cigarrillo o no. Esto es crucial. Soy libre de fumar, pero 'ya no necesito hacerlo' para que me dé completud. Fumarme un cigarrillo y no fumármelo empiezan a ser extrañamente 'iguales' en esencia. En esta profunda aceptación, acabo consiguiendo lo que el cigarrillo nunca podría darme: la libertad de fumarme un cigarrillo o no. No dependo ya de él. Ya no me controla. Me he liberado de las garras de mi gurú. Se ha roto el hechizo. Me salgo de la secta del cigarrillo. Ya no soy impotente. Ya no soy una víctima.

En pocas palabras: cuando un deseo imperioso - de un cigarrillo, de una copa, de sexo, de una excursión al casino, de una tableta de chocolate - se admite profundamente, se admite tal como es, deja de ser un deseo imperioso, deja de ser expresión de carencia, deja de ser expresión de incompletud y deja de ser una búsqueda DE completud. Ahora es simplemente un puñado de sensaciones que tienen profundo permiso para aparecer y desaparecer en lo que eres, a pesar de que puedan ser desagradables en este momento. Los deseos vienen y van, y lo que tú eres permanece. El final de la adicción reside en un abrazo profundo y total del querer, del desear, por muy paradójico que esto suene al principio...




Extracto del libro de Jeff Foster 'La más profunda aceptación'

(Imagen: MississippiMudd)



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