23 de junio de 2014

La inflación mantiene a los ricos arriba y a los pobres abajo

No sería poco caritativo caracterizar la inflación como una estafa a gran escala, en favor de las pocas personas con buenas conexiones políticas, y en detrimento de las masas políticamente indigentes

La inflación es el vehículo a través del cual los individuos y los grupos se enriquecen ellos mismos, injustificadamente, y a expensas de la ciudadanía en general. (Shutterstock *)
La producción de dinero en una sociedad libre es cuestión de libre asociación. Todo el mundo desde los mineros hasta los dueños de minas, los acuñadores, hasta los clientes que compran las monedas acuñadas; todos se benefician de la producción de dinero. Ninguno de ellos viola los derechos de propiedad de alguien más, porque todos son libres de entrar en el negocio de la minería y la acuñación, y nadie está obligado a comprar el producto.

Las cosas son completamente diferentes una vez cambiamos la producción de moneda en regímenes inversionistas, que han prevalecido en Occidente durante la mayor parte de los últimos 150 años. Necesitamos mencionar en particular dos formas institucionales de intervencionismo monetario: la reserva bancaria fraccional y el dinero fiduciario. La característica común de estas instituciones es que violan el principio de asociación. Permiten que los productores de papel moneda y de títulos dinero expandir la producción a través de la violación de los derechos de propiedad de otras personas.

La banca es fraudulenta cuando los banqueros venden sustitutos de dinero

sin cubrimiento o parcialmente cubiertos y los presentan como títulos completamente cubiertos. Esos banqueros venden sustitutos de dinero que ellos podrían haber vendido si ellos hubieran tenido cuidado de mantener un 100 por ciento de la reserva de cada sustituto que ellos emitieron.

El productor de dinero fiduciario (en nuestros días, típicamente, papel moneda) venden un producto que no puede soportar la competencia de los dineros de libre mercado, como las monedas de oro y plata, y que los participantes sólo usan porque el uso de otras monedas es restringido severamente o incluso ilegal. La más elocuente ilustración de estos hechos es que el papel moneda de todos los países ha sido protegido a través de leyes de curso legal. El papel moneda es inherentemente dinero fiduciario, y no puede prosperar cuando es impuesto por el estado.

En ambos casos, la producción de dinero es excesiva porque ya no puede ser limitada por la asociación voluntaria e informada del público consumidor. En el libre mercado, el papel moneda no podría sostener la competencia de un superior dinero metálico. La producción de alguna cantidad de papel moneda es por lo tanto excesiva para los estándares de una sociedad libre. Del mismo modo, la banca de reserva fraccional produce cantidades excesivas de sustitutos de dinero, por lo menos en los casos en que los clientes no están informados de que se les ofrece depósitos bancarios de reserva fraccional, más que títulos genuinos de moneda.

Esta excesiva producción de moneda y de títulos de moneda es inflación por la definición rothbardiana, la cual hemos adaptado en el presente estudio para el caso del papel moneda. La inflación es una redistribución injustificable de ingreso en favor de quienes reciben primero nuevo dinero y nuevos títulos moneda, y en detrimento de aquellos que lo reciben de último. En la práctica la redistribución siempre trabaja en favor de los productores de dinero fiduciario (a quienes erróneamente llamamos bancos centrales) y a sus socios en el sector bancario y en la bolsa de valores.

Y por supuesto, la inflación produce una ventaja al gobierno y a sus aliados cercanos en el mundo de los negocios. La inflación es el vehículo a través del cual los individuos y los grupos se enriquecen ellos mismos, injustificadamente, y a expensas de la ciudadanía en general. Si hay algo cierto de la caricatura socialista sobre el capitalismo; un sistema económico que explota a los pobres para beneficiar a los ricos; entonces la caricatura se mantiene cierta para los sistemas capitalistas que se encuentran estrangulados por la inflación.

La afluencia incesante de papel moneda hace que los más ricos y poderosos sean más ricos y poderosos de lo que serían si ellos dependieran exclusivamente del apoyo voluntario de sus conciudadanos. Y debido a que esto protege al establecimiento político y económico de un país de la competencia emanada del resto de la sociedad, la inflación pone un freno a la movilidad social. Los ricos permanecen ricos y los pobres permanecen más pobres de lo que serían en una sociedad libre.

El famoso economista, Joseph Schumpeter, una vez presentó la inflación como el precursor de la innovación. Como él lo veía, la cuestión inflacionaria de los billetes serviría para financiar a los advenedizos empresarios quienes tenían buenas ideas, pero carecían de capital. Ahora, incluso si nos abstraemos de la cuestión ética de esta propuesta, que se reduce a subsidiar a cualquier innovador a expensas de todos los otros miembros de la sociedad, debemos decir, a la luz de una experiencia práctica, el esquema de Shumpeter es una ilusión. La expansión del crédito financiado con dinero es en la práctica, todo lo contrario de combatir el establecimiento económico. Es el medio preferido de sobrevivencia para un establecimiento que no puede sostener la competencia de los competidores.

No sería poco caritativo, caracterizar la inflación como una estafa a gran escala, en favor de las pocas personas con buenas conexiones políticas, y en detrimento de las masas políticamente indigentes. Siempre va de la mano con la concentración del poder político en las manos de aquellos que tienen el privilegio de poseer una licencia bancaria y de los que controlan la producción de los billetes de monopolio. Promueve deudas interminables, pone a la sociedad a merced de las autoridades monetarias, como los bancos centrales, y en esa medida conllevaría a la corrupción moral de la sociedad.
Por Jorg Guido Hulsmann

Jörg Guido Hülsmann es miembro sénior del Instituto Mises y autor de “Mises: el último caballero del liberalismo” y “La ética de la producción de moneda”. Enseñó en Francia, en la Universidad de Angers. Republicado desde Instituto Ludwig Von Mises bajo Licencia Creative Commons 3.0

Imagen de "Escalera rota" a través de * Shutterstock

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no necesariamente reflejan las de La Gran Época.




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