26 de abril de 2014

La sabiduría de lo ordinario


por Roy Whenary


Tenemos que detenernos, sentarnos y relajarnos en la claridad.
Lo que buscamos ya está aquí.
La verdad, la realidad, no está al final de algún viaje psicodélico,
ni en el resultado de un ritual mágico,
sino que está aquí y ahora.

Muchos que fingen un interés en lo espiritual no están sólo interesados ​​en la verdad — están buscando la Verdad Exótica, algo de misterio, algo que sea estimulante. Entonces, no basta con tener un gurú — es necesario un gurú con la barba más larga, que realice el mayor número de milagros o el que tenga los ojos más seductores. Luego, cuando te aburres de ese gurú, buscas otro que te ofrezca algo fuera de lo común, de lo ordinario. Pero en lo ordinario es exactamente donde se encuentra la Verdad. Lo ordinario es en realidad bastante extraordinario, cuando miras de la manera correcta. Cuando te fijas en lo cotidiano desde una perspectiva de sujeto-objeto, es realmente ordinario — pero tus ojos son capaces de ver desde el Ser puro, donde no hay devenir, ninguna actitud de aferrarse, entonces todo se llena de vida — incluso lo ordinario.

Cuando vivimos en un espacio psicológico contraído, la energía no fluye libremente a través de nosotros, así que tenemos que obtener nuestra energía de algún otro lugar. Por lo tanto, ideamos formas y medios para hacerlo, como beber, fumar, consumir drogas, sexo, comer, bailar, música energética e incluso actividades comerciales. No hay nada malo con la mayoría de estas actividades, pero quienes las realizan en exceso lo hacen porque están tratando de aumentar su energía para salir de un estado más deprimido. Su estado normal es deprimente porque se han cerrado a sí mismos en algún nivel y el flujo natural de la energía ha sido inhibido.

Para muchos de nosotros, los mecanismos de cierre probablemente

comienzan a funcionar cuando somos niños, o incluso antes. Cuando vivimos en completa apertura, la energía no es un problema — simplemente fluye a través de nosotros sin ningún esfuerzo. Cuando abusamos de nosotros mismos o nos aferramos a ciertos estados psicológicos, entonces el flujo de la energía es, naturalmente, inhibido, y tenemos que potenciarlo por excesivos y dudosos medios.

Cuando nos detenemos, cuando permitimos que nuestra mente se pare, el mundo adquiere una luz diferente. Todo brilla, todo viene a la vida. Los sonidos se vuelven más sonoros y los colores se vuelven cada vez más brillantes. La activa mente debe reducir necesariamente los detalles a su alrededor, de lo contrario podría sufrir una sobrecarga. El suave y claro foco de la meditación no está disponible para aquellos que pasan velozmente de una actividad a otra. El cuerpo y la mente son capaces de acomodarse a grandes extremos y soportar mucha tensión, pero el precio es la pérdida de la paz interior.

El exceso de actividad te arrastra hacia una relación sujeto-objeto con el mundo. El mundo entonces se vuelve solamente funcional y la flor una mercancía más. El mundo se convierte en un mundo de objetos contigo en su centro, usando y abusando de ellos a tu voluntad. Pero tú también te conviertes en una mercancía, prescindible por la vida, y pasas al otro lado de tu vida sin la menor idea de lo que te has perdido. Pero no tiene por qué ser así.

Párate, ahora mismo, y escucha. ¿Qué oyes? Solo sigue escuchando. Los sonidos entran y salen de tu conciencia, y tú simplemente los dejas ir o venir. No son tus sonidos, no estás atado a ellos, no te sientes atraído o repelido por ellos. Son como el canto de los pájaros que pasan a través de tu conciencia. Recíbelos plena y abiertamente. Pueden ser suaves, tenues o estridentes, pero tú los oyes sin agrado o desagrado, y son sonidos maravillosos, hermosos, llenos de profundidad y significado.

Luego mira alrededor de la misma manera, con la conciencia en silencio, y los colores, formas y figuras adquieren un nuevo significado. Cada objeto es un milagro de invención, una realidad viva que ilumina tu vida. Pero ¿cómo es que estas cosas parecen diferentes ahora? La razón es que habitualmente estamos cerrados a la vida, demasiado centrados en el logro de nuestros objetivos — agarrando, alcanzando, buscando resultados. La realidad está aquí mismo, en lo ordinario, y recurrimos a algún otro lugar para aumentar nuestra energía — siempre ahí fuera, en algún otro lugar distinto a donde estamos realmente.

Tenemos que detenernos, sentarnos y relajarnos en la claridad. Lo que buscamos ya está aquí.

La verdad, la realidad, no está al final de algún viaje psicodélico, ni en el resultado de un ritual mágico, sino que está aquí y ahora. Todo lo que tiene que suceder es que reconozcamos esto y detengámonos de toda la persecución que hemos hecho — permitámonos recibir lo que la vida tiene para ofrecer en el presente vivo. Nunca lo vamos a encontrar en ningún otro sitio.

Toda la búsqueda que hemos hecho o estamos haciendo finalmente nos conducirá de nuevo al punto donde nos permitamos estar abiertos, para recibir la vida, para ser un canal para que la energía pura del universo pase a través de nosotros. Como dice el dicho bíblico: "Señor, haz de mí un instrumento de paz". Siempre está disponible para nosotros, pero nos negamos a aceptarlo. Preferimos estar en la confusión que hemos conocido toda la vida que permitir que la vida fluya libremente a través de nosotros. Esto es miedo — no ser capaces de dejar de lado nuestro control, nuestra intención, nuestra voluntad, nuestro ego, nuestros patrones fijos de pensamiento y comportamiento.

Cada vez que elijamos, pongamos a un lado todo eso — paremos, miremos, escuchemos y recibamos. No necesitamos un mago que nos muestre el camino — está justo aquí, delante de nuestros ojos. Todo lo que necesitamos hacer es abrir nuestros ojos y oídos. Sin embargo, hay una diferencia cualitativa en la forma en que vemos y oímos. Ya no somos empujados hacia el mundo, ya no estamos aferrados o identificados con lo que vemos y oímos — nos detenemos y permitimos que todas las miríadas de impresiones pasen a través de nosotros, sin ser juzgadas, sin que nos atraigan o repelen. Estamos siendo testigos de la vida, sin que haya un testigo, sin que haya un hacedor, un actor, un controlador. Estamos completamente pasivos en nuestra conciencia, y nuestra respiración y todas las funciones del cuerpo son revitalizadas, nuestra mente se siente fresca y viva de nuevo, como cuando éramos niños. ¿Qué más podemos necesitar?

¿Por qué permitimos estar tan desconectados de la vida? El mundo y toda su actividad nos arrastra fuera de nuestro estado natural de ser, hacia una realidad virtual del mundo de la mente. La sociedad, los gobiernos, las entidades empresariales, nos animan a participar en mediocres actividades que nos drenan nuestra energía natural y nuestra capacidad natural para vivir en la conciencia y la paz interior. Tratan de hacernos dependientes e incapaces de valernos por nosotros mismos. Esto no es sólo un problema de la sociedad moderna — siempre ha sido así.

El mundo es la selva. Los intereses creados y las poderosas fuerzas de la sociedad, en el mundo, controlan secretamente las poblaciones a través de la aplicación de la ley, el control financiero, la persuasión psicológica, incluso la violencia si se considera necesario. De hecho, ni siquiera esto es un secreto — se ve muy claro si lo miras con los ojos abiertos. Pero esta es la forma en que el mundo es.

Si vamos a vivir en la claridad, con paz interior, entonces debemos aceptar que esto es así y sabemos que no podemos cambiarlo. Todo lo que podemos hacer es no sucumbir a su influencia, no ser arrastrados por ella. El monstruo, una vez conocido, no es tan peligroso como el monstruo que no se conoce. A medida que cambiamos, la sociedad cambiará. Puede haber saltos en la evolución humana, pero sólo tenemos tiempo para preocuparnos por lo ordinario, el día a día. Si no transformamos lo ordinario viéndolo con una nueva luz, entonces el cambio nunca sucederá.
Viviendo en el momento presente

Si no puedes vivir en el momento presente, no hay otro momento para vivir. Esto es lo que se ofrece — esta es tu oportunidad de manifestar tu destino. Tu destino no es necesariamente lo que quiere tu mente. Tu destino no es necesariamente distinto de lo que está aquí en este momento.

Tus circunstancias puede no ser tu escenario ideal, pero si no aceptas donde estás en este momento, si siempre tomas la ruta de escape cuando las cosas no son como desearías, entonces nunca aprenderás a vivir en el momento presente. El momento presente es todo lo que tienes, es todo lo que hay, y hasta que realmente aprendas a vivir en el momento presente, siempre estarás insatisfecho, nunca encontrarás la felicidad. La felicidad no se puede encontrar en ningún otro lugar ni en ningún otro momento.

Vivir y aceptar el momento presente no te limita a tus circunstancias actuales. Cuando tu mente no está satisfecha con lo que se manifiesta en este momento, quiere saltar, quiere correr, escapar hacia el sueño. Pero el sueño no se convierte en realidad en esta forma. El sueño, la posibilidad, el despliegue creativo de tu destino interior, no se produce a través del deseo del ego y su reacción al aquí y ahora. Se produce por medio de la capacidad de no perder de vista la visión mientras que, al mismo tiempo, vives en el aquí y ahora con comprensión paciente y alerta.


© Roy Whenary, 2005


Extracto del libro de Roy: La Textura del Ser


Fuente: Planetlightworker Magazine



http://www.advaitainfo.com/textos/sabiduria-ordinario.html

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