29 de abril de 2014

El Sabio del Siglo

por Ken Wilber ― para Inner Directions Journal



A menudo me preguntan, "Si estuvieras en una isla desierta y sólo tuvieras un libro, ¿cuál sería?" El libro que ahora tienes en tus manos —Conversaciones con Sri Ramana Maharshi— es uno de los dos o tres que siempre menciono. Y las Conversaciones encabezan la lista en este sentido: es la voz viva del sabio más grande de este siglo y, sin duda, la mayor realización espiritual de este o de cualquier momento.

Una de las muchas cosas sorprendentes sobre las Conversaciones es la forma notablemente constante del tono y el estilo, la voz en sí —no en el sentido de que sea fija y rígida, sino que habla con una franca madurez desde la primera hasta la última palabra. Es como si —no, es cierto que— la realización de Ramana le vino a él completamente formada —o tal vez deberíamos decir, totalmente sin forma— y por lo tanto no necesitaba un mayor desarrollo. Simplemente habla desde y como el absoluto, el Ser, la Vacuidad más pura que es la meta y el fundamento de todo el mundo manifiesto, y sin embargo, no es otra que ese mundo.

¿Qué es y dónde está este Ser?

¿Cómo permanezco como Eso? No hay duda de cómo Ramana respondería a esas —y prácticamente a todas las demás— preguntas: ¿Quién quiere saberlo? ¿Qué hay en ti, ahora mismo, que es consciente de esta página? ¿Quién es el Conocedor que conoce el mundo, pero que en sí no puede ser conocido? ¿Quién es el Oyente que oye los pájaros, pero que en sí no puede ser oído? ¿Quién es el Veedor que ve las nubes, pero que en sí no puede ser

visto?

Y así surge la auto-indagación, el regalo especial de Ramana al mundo. Tengo sentimientos, pero no soy esos sentimientos. ¿Quién soy yo? Tengo pensamientos, pero no soy esos pensamientos. ¿Quién soy yo?Tengo deseos, pero no soy esos deseos. ¿Quién soy yo?

Así que retrocedes hacia la fuente de tu propia conciencia — lo que Ramana a menudo llamaba el "Yo-Yo", ya que es consciente del yo normal o ego. Retrocedes hacia el Testigo, el Yo-Yo, y reposas como Eso. Yo no soy los objetos, ni los sentimientos, ni los deseos, ni los pensamientos.

Pero entonces la gente por lo general comete un desafortunado error en esta auto-indagación. Piensan que si reposan en el Ser o Testigo, van a ver algo o sentir algo, algo realmente increíble, especial, espiritual. Pero no verás nada. Si ves algo, entonces, no es más que otro objeto — otro sentimiento, otro pensamiento, otra sensación, otra imagen. Pero todos son objetos; todos son lo que tú no eres.

No, mientras reposas en el Testigo —y realizas que yo no soy los objetos, no soy los sentimientos, no soy los pensamientos— todo lo que notarás es una sensación de Libertad, una sensación de Liberación, una sensación de Alivio — alivio de la tremenda constricción que supone identificarse con estos pequeños objetos finitos, el pequeño cuerpo y la pequeña mente y el pequeño ego, todos los cuales son objetos que pueden ser vistos, y por lo tanto no son Aquel que ve, el verdadero Ser, el Testigo puro, que es lo que realmente eres.

Así que no verás nada en particular. Todo lo que surja está bien. Las nubes flotan en el cielo, las sensaciones flotan en el cuerpo, los pensamientos flotan en la mente — y, sin esfuerzo, eres testigo de todo eso. Todo eso surge espontáneamente en tu propia conciencia presente, sin esfuerzo, fácil. Y esta conciencia testigo no es en sí nada concreto que puedas ver. Es simplemente un vasta sensación de libertad —o Vacuidad pura— en el trasfondo. Y en esa Vacuidad pura, que tú eres, surge todo el mundo manifiesto. Tú eres esa Libertad, esa Apertura, esa Vacuidad — y no alguna cosa finita que surge en ella.

Reposando en ese atestiguar vacío, libre, fácil y sin esfuerzo, observas que las nubes surgen en el vasto espacio de tu conciencia. Las nubes surgen dentro de ti — tanto es así, que puedes saborear las nubes, eres uno con las nubes, es como si estuvieran a este lado de tu piel, están tan cerca. El cielo y tu conciencia se han vuelto uno solo, y todas las cosas en el cielo flotan sin esfuerzo a través de tu propia conciencia. Puedes besar el sol, tragarte la montaña, están así de cerca. El Zen dice "Engulle el Océano Pacífico de un solo trago", y eso es lo más fácil del mundo, cuando el interior y el exterior ya no son dos, cuando sujeto y objeto no son dos, cuando el que mira y lo mirado son Un Solo Sabor.





http://www.advaitainfo.com/articulos/sabio-del-siglo.html

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