30 de enero de 2014

La deriva totalitaria de las democracias occidentales

Como explica el escritor Samuel Huntington en su libro he Third Wave, (Tercera Ola, 1.991), el mundo ha pasado por tres olas de desestabilización y democratización. Según Huntington, una ola de democratización sería “ un conjunto de transiciones de un régimen no democrático a otro democrático que ocurren en determinado período de tiempo y superan a las transiciones en dirección opuesta durante ese período y que también implica la liberalización o la democratización parcial de sistemas políticos”. Así, en el mundo moderno se habrían producido tres olas de democratización y cada una de ellas habría afectado a un número escaso de países y durante su transcurso algunos regímenes de transición fueron en una dirección no democrática; pero no todas las transiciones hacia la democracia ocurren durante las olas democráticas.
La primera ola comenzó en el siglo XIX y se extendió hasta la Gran Guerra y la segunda se produjo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y ambas fueron seguidas por una ola inversa, con países como Brasil, España, Portugal, Grecia, Granada, Brasil y Panamá que debieron realizar una posterior transición hacia la democracia , completado en la década de los 90 con la democratización de los países de la extinta URSS y Sudáfrica y ya en el siglo XXI por  Irak y Afganistán.
Tercera ola de democratización (1974-1990): En su análisis de la tercera ola mundial de las transiciones a la democracia (iniciada en 1974 con la Revolución de los Claveles en Portugal), Samuel Huntington observó que las posibilidades de democratización aumentaron cuando estos países salieron de la pobreza y alcanzaron un nivel intermedio de desarrollo socio-económico, momento en el cual ingresaron en una zona de transición política.
Recordar que entre 1974 y 1990, más de treinta países en el sur de Europa,
América Latina, el este de Asia y la Europa del este pasaron de un régimen autoritario a disfrutar de un sistema democrático de gobierno, todo ello en el marco de un tsunami  global que quizá sea el acontecimiento político más importante de las postrimerías del siglo XX.
Según la tesis de Huntington, dicho sprint democrático se explicaría porque tras darse por finiquitada la distopía virtual de la Guerra Fría, las dictaduras militares habrían dejado de ser de ser un instrumento útil para EEUU en la lucha contra el comunismo y “ya no serían la solución sino el problema”. Además, a pesar de que en los citados países no existía una tradición de  cultura democrática, rápidamente entendieron que si el poder continuaba residiendo en una élite que desconfiaba del sistema igualitario exportado por EEUU, siempre gravitarían alrededor de la égira de los intereses de dicha élite, lo que imposibilitaría sine die  la asunción del poder por la sociedad civil.
Así, en 15 años la ola democratizadora se trasladó por Europa del Sur, saltó a Latinoamérica, se trasladó a Asia y finiquitó los sistemas autoritarios de los países postsoviéticos, de lo que sería paradigma el hecho de que en 1974, ocho de los 10 países sudamericanos tenían gobiernos no democráticos y en 1990, 9 tenían gobiernos democráticamente elegidos y según Freedom House, el 32% de la población mundial vivía en países libres y en 1990, cerca del 39%, disminuyendo por primera vez la cantidad absoluta de estados autoritarios.
Primavera marchita del mundo árabe: La llamada Primavera árabe que tuvo su detonante en Túnez y se extendió por mimetismo al resto de países árabes del arco mediterráneo durante el trienio 2010-2013, sería la primera oleada de protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI, movimiento popular sin precedentes caracterizado por la exigencia de libertades democráticas frente a regímenes corruptos y dictatoriales y la mejora de las condiciones de vida de una población sumida en una pobreza severa y un desempleo estratosférico, contando además en el caso de Túnez y Egipto con el apoyo del Ejército.
Con dicha revolución asistimos a la llegada a los países árabes del arco mediterráneo de la Cuarta Ola mundial de transiciones a la democracia , aunque Huntington no otorgó en la década de los 90  ningún potencial revolucionario a los países islámicos, a pesar de reconocer “la fuerza de la revuelta islámica y las raíces tan débiles de sus respectivas democracias”.
Sin embargo, el golpe de mano realizado por el Ejército egipcio contra Morsi podría tener como efecto mimético la traslación a las calles árabes de una campaña de presión contra los Gobiernos islamistas del arco mediterráneo para lograr la intervención del Ejército , con lo que asistiríamos al ocaso de la primavera árabe y a su posterior inmersión en la nueva estrategia de EEUU para la zona, tras el evidente fracaso del experimento de exportación del régimen islamista moderado y pro-occidental de Erdogan a todos los países que componen el tablero gigante del arco árabe-mediterráneo.
Dicha estrategia consistirá en la implementación de “golpes de mano blandos“ en los países de la zona con el objetivo inequívoco de sustituir a los regímenes islamistas surgidos de las urnas por regímenes militares presidencialistas y que  por mímesis se extrapolará a los llamados “patios traseros” de EEUU y Rusia , produciendo un goteo involucionista de golpes virtuales o postmodernos que protagonizarán la próxima década en el nuevo escenario geopolítico mundial.
Deriva totalitaria de las democracias occidentales: Zbigniew Brzezinski, ex- consejero de Seguridad Nacional durante el mandato de Carter en su libro “Entre dos edades:El papel de Estados Unidos en la era tecnotrónica”(1.971) aboga por el control de la población por una élite mediante la “manipulación cibernética”, control iniciado tras la II Guerra Mundial con la implementación del programa ECHELON (la mayor red de espionaje y análisis para interceptar comunicaciones electrónicas de la historia) y cuya existencia  fue denunciada en 1.976 por Winslow Peck y posteriormente constatada por el Parlamento Europeo en el 2.001.
Dicho “Control estratégico de las telecomunicaciones” estaría controlado por la comunidad UKUSA (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia, y Nueva Zelanda),controla más de tres mil millones de comunicaciones cada día e incluye análisis automático y clasificación de las interceptaciones que serían utilizados para el espionaje económico además de la invasión de la privacidad.
Posteriormente, asistimos a la implementación en EEUU del Programa PRISM o Big Brother, (programa aprobado por el Congreso de EEUU a instancias de la Administración Bush en el 2.007 pero que por inercia apática habría continuado bajo el mandato de Obama) y que sería una herramienta para monitorizar las comunicaciones de ciudadanos no estadounidenses a través de sus metadatos  y devenido en verdadero monstruo virtual que habría extendido sus tentáculos hasta los servidores de compañías como Google, Apple, Micros Eloft, AOL, Facebook y Yahoo,
Por otra parte, el diario “Le Monde” asegura que  los servicios de inteligencia franceses habrían utilizado un sistema similar al PRISM pero menos sofisticado gracias a un mega-ordenador basado en FPGA y situado en la sede de la DGSE (Direction Générale de la Sécurité Extérieure) en París con el que habría almacenado de forma sistemática información de llamadas telefónicas y de correos electrónicos con origen en Francia y destino en el propio país y en el extranjero con el  agravante de ser ilegal al permanecer reflectario al control parlamentario francés.
¿Final del acceso universal a la Red?: Asimismo, el citado Brzezinski advirtió que “la dominación estadounidense ya no era posible debido a una aceleración del cambio social impulsado por la comunicación instantánea que han provocado el despertar universal de la conciencia política de las masas (Global Political Awakening) y que está resultando perjudicial para la dominación externa como la que prevaleció en la época del colonialismo y el imperialismo”. En consecuencia, tras el intento de controlar la nube mediante programas secretos como los citados Programa PRISM o Echelon, en los próximos años asistiremos al final de la democratización de la información (siguiendo la senda emprendida por “países totalitarios” mediante la imposición de leyes que prohíben el uso de determinados términos (en China, por ejemplo, “democracia” o “derechos humanos”) para continuar con la implementación de  filtros en los servidores de los ISP, de lo que sería paradigma el SmartFilter fabricado por la compañía estadounidense Secure Computing.
Así, según un estudio de la organización OpenNet (integrada por las universidades de Oxford, Cambridge, Harvard y Toronto), 25 países ejercerían la censura de webs con contenidos políticos o sociales “peligrosos” e impedirían asimismo el acceso a aplicaciones como YouTube o Google Maps aplicando sofisticados métodos de censura gracias a la colaboración de empresas occidentales, lo que tendrá como efectos colaterales la imposibilidad del acceso universal a la red en la próxima década y el retorno a sus orígenes de la Red de Redes, al quedar Internet convertido en herramienta exclusiva de las élites políticas, económicas y militares, lo que de facto constituirá una deriva totalitaria y la implementación del déficit democrático como estigma recurrente de las llamadas democracias formales occidentales.
Así, muchas de las elecciones democráticas de la última década han estado marcadas por acusaciones de fraude electoral (Nigeria, Ucrania, México, Bielorrusia, Costa de Marfil, Tailandia, Venezuela y Afganistán), aislamiento internacional de los gobiernos democráticamente elegidos (Bolivia, Ecuador,  Nicaragua y franja de Gaza); pseudo-elecciones para intentar edulcorar golpes de mano blandos(Honduras) y aceptación por la comunidad internacional de sistemas políticos devenidos en meros gobiernos autocráticos ( Georgia y Rusia).
De todo ello se deduce que estaríamos en vísperas de la irrupción en el escenario geopolítico de una nueva ola desestabilizadora mundial originada por causas económicas (el ocaso de la economía global); culturales (el declive de las principales democracias formales occidentales ( “estilo Westminster” ), debido a la cultura de la corrupción, al déficit democrático de EEUU plasmado en el Programa Prism llevado a cabo por la Administración Obama y a la desafección a la democracia occidental en los países emergentes ante la pérdida de credibilidad de incontables gobiernos de países del Tercer Mundo) y geopolíticas (la irrupción de un nuevo escenario geopolítico mundial que va surgiendo tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia).
GERMÁN GORRAIZ LOPEZ

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