26 de diciembre de 2013

La voluntad en una sociedad enajenada, por Erich Fromm


¿Cómo pueden las gentes “expresar su voluntad y convicción propias, si son autómatas enajenados cuyos gustos, opiniones y preferencias son manipulados por las grandes maquinarias condicionantes?
En estas circunstancias, el sufragio universal se convierte en un fetiche. Si un gobierno puede demostrar que todo el mundo tiene derecho al voto y que los votos se cuentan honradamente, es democrático. Si todo el mundo vota, pero los votos no son contados honradamente, o si el votante teme votar contra el partido que está en el poder, el país es antidemocrático.
Sin duda es cierto que hay una diferencia grande e importante entre unas elecciones libres y unas elecciones manipuladas, pero adviértase que esa diferencia no debe llevarnos a olvidar que aun las elecciones libres no expresan necesariamente la voluntad del pueblo. Si una marca de pasta dental que hace mucha propaganda es usada por la mayoría de la gente a causa de ciertas virtudes fantásticas que proclama su publicidad, nadie con algún sentido diría que la gente ha tomado una decisión a favor de dicha pasta dental.

Todo lo que puede decirse es que la propaganda fue suficientemente eficaz para hacer que millones de individuos creyeran en sus virtudes.
En una sociedad enajenada, el modo como las gentes expresan

su voluntad no difiere mucho del modo como eligen las mercancías que compran. Escuchan el tamborileo de la progapanda, y los hechos significan poco en comparación con el ruido sugestivo que constantemente les martillea. En estos últimos años hemos visto cada vez más claramente como se determina la propaganda política por la sabiduría de los consejos de las relaciones públicas.

Acostumbrados a hacer que el público compre cualquier cosa para cuya adquisición tiene dinero bastante, piensan lo mismo respecto de las ideas políticas y de los líderes políticos. Usan la televisión para cimentar personalidades políticas lo mismo que para anunciar un jabón: lo que importa son los resultados en ventas o en votos, no la racionalidad ni la utilidad de lo que se presenta al público.

En realidad, el funcionamiento de la maquinaria política de un país democrático no difiere esencialmente del procedimiento que se sigue en el mercadeo de mercancías. Los partidos políticos no se diferencian demasiado de las grandes empresas comerciales, y los políticos profesionales se esfuerzan en vender sus artículos al público. Su método cada vez se parece más al de la publicidad a alta presión”

Erich Fromm fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judeoalemán. Sus aportes y obras continúan siendo una fuente de inspiración para el levantamiento de conciencia hacia un mundo diferente en el que sobreviven tantos zombies y autómatas de la propaganda de la modernidad.


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