24 de noviembre de 2013

Qué es exactamente la ansiedad y qué puedes hacer con ella

  TODOS SUFRIMOS DE ANSIEDAD EN ALGÚN MOMENTO O EN OTRO, NO IMPORTA SI SE DISPARA POR ALGUNA SITUACIÓN INMEDIATA (COMO QUE TE PARE UN POLICÍA) O SI ES MÁS PROFUNDA Y DIFÍCIL DE RASTREAR. ES IMPORTANTE SABER QUE LA ANSIEDAD, COMO LA CULPA, ES UNA RESPUESTA NATURAL Y FUNDAMENTAL QUE SIRVE UNA FUNCIÓN. ASÍ, […]

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Todos sufrimos de ansiedad en algún momento o en otro, no importa si se dispara por alguna situación inmediata (como que te pare un policía) o si es más profunda y difícil de rastrear. Es importante saber que la ansiedad, como la culpa, es una respuesta natural y fundamental que sirve una función. Así, nuestro propósito no debe ser ignorarla para que desaparezca (no lo hace), si no identificarla e incluirla de una manera manejable en nuestra vida.
Primero que nada, es relevante identificar la diferencia entre la ansiedad y el estrés. Básicamente, la ansiedad es un sentimiento de miedo y aprensión que nos pone en alerta. Biológicamente cumple la función de agudizar nuestro estado de consciencia para estar preparados para amenazas potenciales. Es por ello que el estado prolongado de ansiedad puede parecerse a un infierno paranoico y pesado. El estrés, por otro lado, puede generar tristeza, enojo, preocupación o ansiedad; la
ansiedad es específicamente ese sentimiento de miedo, terror y aprehensión.
¿Qué se puede hacer contra la ansiedad?
Una vez que se reconoce como tal, es hora de hacer algo al respecto. No solo tratar de mantenerse a flote y sobrevivir. Hay bastantes trucos y técnicas que se pueden usar para liberarse del estado de ansiedad cuando sentimos que comienza a subir. Aquí hay algunos.
Música, meditación, ejercicio, rituales personales
Sentarse a respirar puede parecer demasiado fácil para ser efectiva, pero lo es. Es algo que puedes hacer en tu mesa de trabajo, tu auto o antes de enfrentarte a una situación. Inhala por cuatro segundos, exhala por seis (recuerda inhalar inflando la panza y desinflarla al exhalar). Repite esto hasta que te sientas mejor.
La visualización es también muy efectiva. Algunos dicen que es una suerte de hechizo de magia. Visualiza que estas en un lugar relajado. Para y sitúate realmente en ese lugar. Lo mejor es pensar en todos los detalles que hay en ese lugar y que te hacen sentir en paz; entre más detalles mejor.
La meditación es quizá la mejor herramienta que tenemos para parar el constante discurso interno que sufrimos en esos momentos. Busca la mejor técnica que te acomode y siéntate, al menos veinte minutos al día.
Sobra mencionar los beneficios que nos da el ejercicio en momentos difíciles. Tanto tranquilizadores como neurológicos. Encuentra alguno que combine contigo y no dejes que excusas te quiten de hacerlo.
Rastrea tu estado de ánimo para identificar patrones
La escritura también puede ser una forma de limpieza mental. Escribe. Escribe sobre cómo te sientes, escribe automáticamente hasta que sientas que ya dijiste todo y luego lee lo que escribiste. Llevar un diario es sumamente útil, aunque sólo lo usemos en momentos catárticos. Una vez que identifiques qué patrones, ya sean de circunstancia o puramente mentales, sigues, puedes empezar a cambiarlos. O al menos a hacer las paces con ellos.

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