16 de septiembre de 2013

GANARSE LA VIDA NO ES LO MISMO QUE TENER UNA VIDA





¿Alguna vez escuchaste en alguna discusión, y en tono de insulto, “¡Comprate una vida!”? Las vidas, claro, no se compran, pero esa frase tiene algo de cierto.

En realidad, lo que quiere decir, de forma terriblemente hiriente, es que ganarse la vida no es lo mismo que tener una vida.


Un altísimo porcentaje de la población mundial pasa por este mundo casi como fantasmas, sin preguntarse jamás para qué están acá.

Nacen, sufren, se pelean con sus familias, odian, padecen, siguen odiando más, se llenan de rencores, de ira, reclaman atención, siguen las modas, miran la tele, espían a los vecinos para criticarlos con otros vecinos, se quejan del gobierno, le hechan la culpa a los políticos de todos sus males, etc.

Nunca se hacen responsables ni honran sus vidas. Hacerse cargo es un camino difícil, porque implica despertarse de los mil velos y disfraces del yo, de la personalidad, para mirar hacia adentro.

Hacerse cargo es duro, porque hay que aprender a amar sin medida y a perdonar sin razón. Hay que olvidar de verdad, a conciencia, rencores y agravios y dejar ir la culpa.

Hacerse cargo no supone necesariamente, peregrinar a un santuario ni mucho menos dormir sobre una cama de clavos.


Es algo mucho más simple, al alcance de la mano de todos: basta con proponerse profundamente dejar de responsabilizar a los demás de todo cuanto sucede en nuestras vidas y valorar la existencia que sucede con cada respiración. ¿Quién es el hacedor? ¿Quién te permite seguir respirando incluso durante la noche en el sueño más profundo?

Te invito a que lo pienses y sientas a “Ese” que existe en vos.

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