30 de julio de 2013

Descifrando el universo en el siglo XXI: El tiempo. Viajes y paradojas.

¿Qué es el tiempo? ¿Cómo funciona? ¿De forma lineal, cíclica, discreto, continuo? ¿Es posible viajar en el tiempo?  Si viajamos al pasado y matamos a nuestro abuelo ¿naceremos?

La vida es, entre otras interpretaciones, la suma de instantes de tiempo en los que estás habitando la Tierra. Podríamos decir que la media de vida o esperanza de vida del ser humano varía dependiendo del lugar del planeta donde vives; condicionada por el clima, educación, alimentación, sanidad, azar o destino entre otros. Esta baremo en la Europa del siglo XXI está fijada en 78,4 años, es decir, 2472422400 segundos –en algunos lugares puede ser la mitad-.
Ahora que tenemos definido la cantidad de segundos que tiene la esperanza de una vida media –en concreto la europea, por ejemplo- y podemos comprobar cuantos recuerdos y situaciones, decisiones, pensamientos, ocurren en un segundo, podemos entender el tiempo o la percepción del tiempo por parte del cerebro humano.
Si hablamos de la edad del universo, se cree que es de 13,7 billones de años. La primera idea que viene a la cabeza, pues, es lo insignificante que es el tiempo de la vida humana comparada con el universo.
Vamos a intentar explicar el tiempo del universo, cómo se comporta. Según Max Planck, un alemán del siglo XIX que teorizó la mecánica cuántica, el tiempo en la materia son sucesiones de estados cuánticos. Es decir, no es continuo: funciona a pulsos. Para entendernos, es como ir al cine para el humano, la vida y el tiempo transcurren como una película, cuando en realidad son imágenes fijas (fotografías) que cambian de estado muy deprisa, creando la falsa realidad del movimiento y continuidad temporal.  Sin embargo, en el universo, el tiempo no existe como la percepción humana lo ha interpretado: simplemente se comporta como un grafo de estados que puede viajar hacia delante, hacia atrás o con varios saltos entre estados alejados.
La teoría de la relatividad nos ofreció la posibilidad, mediante ecuaciones, de creer que viajando a velocidades aproximadas a la luz, se podría viajar al futuro. Años más tarde, la Nasa hizo un experimento para comprobar si Albert Einstein tenía razón. El experimento fue sincronizar dos relojes atómicos. Uno lo dejaron en la superficie de la Tierra y otro fue
enviado mediante un cohete espacial al espacio. La sorpresa fue que efectivamente, el tiempo pasó de diferente modo en los dos relojes:
El que había viajado al espacio presentaba un desfase respeto al terrestre. Para el de la nave espacial, el tiempo había pasado más despacio, volviendo al futuro al regresar a la Tierra. Hay que decir que fue un desfase apenas apreciable en tiempo, debido a que de momento no conseguimos alcanzar más de un 20% de la velocidad de la luz.
Viajar al pasado es un tema complejo y cargado de paradojas. Teorizado está el viaje al pasado. Hay varias posibilidades: el uso de agujeros de gusano, mediante electromagnetismo, usando láseres para curvar la luz, entre muchas otras narradas en la ciencia ficción desde hace más de 200 años,  El científico, Ronald Mallett, de la Universidad de Connecticut, basa su propuesta de máquina del tiempo en la famosa ecuación de Einstein, que establece la equivalencia entre masa y energía. Para curvar el tiempo, su dispositivo utiliza, en lugar de objetos masivos, energía luminosa, en la forma de haz de rayos láser. Nos encontramos, pues, experimentando con el tiempo. Ahora bien, la posibilidad de viajar al pasado conlleva algunos problemas.
Tan profundos son dichos problemas físicos y filosóficos del viaje en el tiempo que Stephen Hawking, de la Universidad de Cambridge, ha propuesto una “hipótesis de protección de la cronología”, según la cual la naturaleza encontrará siempre un modo de impedir los lazos causales no consistentes.
Puesto que tales lazos no contradicen la propia teoría de la relatividad, la protección de la cronología necesitará alguna otra teoría que los impida, quizá la teoría cuántica. La resolución de esta cuestión tal vez deba esperar a que los físicos construyan una teoría unificada que incluya la relatividad general y la teoría cuántica.
Pensemos un momento qué ocurriría si viajo al pasado y mato por accidente a mi abuelo. No nacería, porque mi abuelo no fecundaría a mi abuela, impidiendo el nacimiento de mi madre o padre, ergo yo no podría existir. Y si no existo, ¿cómo puedo viajar al pasado para matar a mi abuelo? Esta cuestión da como resultado la protección de la cronología o la imposibilidad de hacer cambios en los lazos de causalidad.
Sin embargo, es factible pensar que se puede observar el pasado y el futuro mediante energía como pretende probar en la actualidad Ronald Mallett mediante su experimento. A través de este sistema, según fuentes de los investigadores a cargo del proyecto, sólo se podría viajar al pasado hasta el momento que la máquina fue encendida por primera vez, y no transportar materia ni información, sólo en modo observación. Esto hace desvanecer alguna paradoja temporal, ya que no podrás matar a tu abuelo, antes de inventar la máquina y viajar al pasado, con lo cual el invento de la máquina pasaría a formar parte de la causalidad del universo. Este hecho, crea entonces un problema con la mecánica cuántica que nos dice que el observador externo no existe, porque al observar interactúas inevitablemente con el sistema.
Es posible que durante este siglo la ciencia compruebe por primera vez en sus 200-300 años de historia –al menos, tal y como entendemos el imaginario actual de la ciencia-, el primer viaje energético al pasado. Un gran logro para la humanidad. Comparable, quizá, al invento de la rueda en su época.

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