26 de junio de 2013

La esencia de lo que somos


Cuando observamos el océano vemos que cada ola tiene un principio y un final. Si observamos más a fondo descubrimos que todas las olas están hechas de agua. Aunque lleve la existencia de una ola, vive también la vida del agua. Sería triste que la ola no supiera que es agua. Pensará: “Algún día tendré que morir. Este período de tiempo es la duración de mi vida y cuando llegue a la orilla regresaré al no-ser. Estas ideas pueden provocar en la ola miedo y ansiedad. Si queremos que la ola sea libre y feliz debemos ayudarla a desprenderse de los conceptos del yo, la persona, el ser vivo y la duración de la vida.
Una ola puede reconocerse por los signos: alta o baja, naciendo o desapareciendo, bella o fea. Pero en el mundo del agua no hay signos. En el mundo de la verdad relativa, la ola se siente feliz al crecer y se siente triste al caer. Puede pensar “soy alta” o “soy baja” y desarrollar un complejo de superioridad o inferioridad. Pero cuando la ola percibe su verdadera naturaleza –que es el agua- todos sus complejos desaparecen y trasciende el nacimiento y la muerte.
Cuando las cosas van bien nos volvemos arrogantes y tenemos miedo de caer, o de descender o conducirnos de manera inadecuada. Pero no son más que ideas relativas, y cuando cesan surge un sentimiento de plenitud y satisfacción. La liberación es la capacidad de ir del mundo de los signos al de la verdadera naturaleza. Necesitamos del mundo relativo de la ola, pero para gozar de una verdadera paz y alegría, necesitamos también sentir el agua, la base de nuestro ser.
                                         Extracto del libro El corazon de las enseñanzas de Buda

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