6 de mayo de 2013

El Poder del Ahora



Extractos del excelente libro de Eckhart Tolle:

Accede al Poder del AHORA

La autoobservación permite la entrada automática de más
presencia en nuestras vidas. Si nos centramos excesivamente
en los objetivos futuros o en las metas, quizá porque
estemos buscando la felicidad o la realización, dejamos de
honrar el ahora y convertimos en prioritario lo periférico,
intentando llegar siempre a un lugar distinto de aquel
donde estamos. Emplazando la felicidad continuamente
a un tiempo inexistente. La vida pierde así la cualidad
vibrante, la frescura, lo maravilloso y la mente crea una
obsesión en la que el futuro sirve para escapar
continuamente, convirtiendo al presente en algo
insatisfactorio. Entra, por contra, en la puerta que conduce
à la vida. Se llama el ahora. Averigua si tienes algún
problema en este momento y observarás que es imposible
tenerlo cuando tu atención está centrada en el momento.
Tan solo encontrarás una situación que tiene que ser afrontada
o aceptada, eso sí. Pero ¿por qué convertirla en un problema?



Las dimensiones intemporales están acompañadas por otro tipo
de conocimiento, un conocimiento que no mata el espíritu que
habita en cada criatura y en cada cosa. Un conocimiento que no
destruye la sacralidad y el misterio de la vida, sino que muestra
un profundo amor y reverencia por todo lo que es. Un
conocimiento del que la mente no sabe nada.
Rompe la vieja estructura de resistencia al momento presente, de
negación del presente. Convierte en práctica el hecho de retirar
la atención que prestas al pasado y al futuro cuando no sean
necesarios. Sal de la dimensión temporal lo más posible en tu
vida cotidiana.
Si te resulta difícil entrar directamente en el ahora, comienza
observando tu habitual tendencia mental a escapar de él.
Observarás que el futuro suele imaginarse como mejor o peor
que el presente. Si el futuro imaginario es mejor, te da esperanza
o expectativas placenteras. Si es peor, crea ansiedad. Ambas son
ilusorias.
La autoobservación permite la entrada automática de más
presencia en tu vida. En el momento de darte cuenta de que no
estás presente, estás presente. En cuanto eres capaz de observar
tu mente, ya no estás atrapado en ella. Ha entrado en juego otro
factor que no es mental: la presencia del testigo.
Mantente presente como observador de tu mente, de tus
pensamientos y emociones, así como de tus reacciones a las
diversas situaciones. Interésate al menos tanto por tus
reacciones como por la situación o persona que te hace
reaccionar.
Nota también cuántas veces tu atención se va al pasado o al
futuro. No juzgues ni analices lo que observas. Contempla el
pensamiento, siente la emoción, observa la reacción. No las
conviertas en un problema personal. Entonces sentirás algo más
poderoso que cualquiera de las cosas observadas: la presencia
misma, serena y observante, que está detrás de tus contenidos
mentales; el observador silencioso.
Se necesita una intensa presencia cuando ciertas situaciones
provocan una reacción muy cargada de emoción, como cuando tu
auto-imagen se ve amenazada, cuando te topas con un desafío
existencial que te da miedo, cuando las cosas van mal o surge un
complejo emocional del pasado. En todos estos casos, tiendes
a volverte inconsciente. La reacción o la emoción se apodera de
ti: te conviertes en ella. Eres el actor que la representa. Te
justificas, acusas al otro, atacas, te defiendes… pero no eres tú:
es una pauta reactiva, es la mente en su modalidad habitual de
supervivencia.
La identificación con la mente da a ésta más energía; la
observación de la mente le quita fuerzas. La identificación con la
mente crea más tiempo; la observación de la mente te abre a las
dimensiones intemporales. La energía retirada de la mente se
convierte en presencia. Si puedes sentir lo que significa estar
presente, resulta mucho más fácil elegir salir de la dimensión
temporal –cuando no necesitas el tiempo por motivos prácticos–
y entrar profundamente en el ahora.
Esto no reduce tu capacidad de usar el tiempo –pasado o futuro–
cuando tienes que referirte a él por alguna causa concreta.
Tampoco reduce tu capacidad de usar tu mente; de hecho, la
aumenta. Cuando utilices la mente, ésta será más aguda, estará
más enfocada.
El principal foco de atención de la persona iluminada está
siempre en el ahora, aunque sigue manteniendo una conciencia
periférica del tiempo. En otras palabras: continúa usando el
tiempo del reloj, pero es libre del tiempo psicológico.
Iluminación: Elevarse por Encima del Pensamiento
A medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí
mismo basada en su condicionamiento personal y cultural. A este
yo fantasma lo llamamos ego. El ego es tu actividad mental y sólo
puede funcionar mediante el pensamiento constante. El término
ego tiene distinto significado según se trate de una persona
u otra, pero cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por
una identificación inconsciente con la mente.
Para el ego, el momento presente apenas existe. Sólo considera
importantes el pasado y el futuro. Esta inversión total de la
verdad explica por qué, en la modalidad ego, la mente es tan
disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado vivo,
porque ¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia
el futuro para asegurarse la supervivencia y buscar en él una
sensación de liberación o satisfacción. Dice: Algún día, cuando
haya ocurrido esto, lo otro o lo de más allá, estaré bien, en paz,
seré feliz.
Incluso cuando parece que el ego está en el presente, no ve el
presente: lo percibe equivocadamente porque lo mira con los ojos
del pasado. O reduce el presente a ser un medio para un fin, un
fin que siempre reside en el futuro proyectado por la mente.
Observa tu mente y comprobarás que funciona así.
El momento presente contiene la clave de la liberación, pero no
puedes encontrar el momento presente mientras seas tu mente.
Alcanzar la iluminación significa elevarse por encima del
pensamiento. En el estado de iluminación sigues usando la mente
cuando la necesitas, pero de un modo mucho más enfocado
y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines
prácticos, pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives
en la quietud interior.
Cuando empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar
una solución creativa a algo, vas oscilando cada pocos minutos
entre la mente y la quietud, entre la mente y la no-mente. La
no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la no-mente
permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un
poder real. El pensamiento por sí solo, desconectado del vasto
campo de la conciencia, se convierte rápidamente en algo estéril,
insano, destructivo.
Abandona el Tiempo Psicológico
Aprende a usar el tiempo en los aspectos prácticos de tu vida
(podemos denominarlo el tiempo del reloj), pero regresa
inmediatamente à la conciencia del presente cuando esos
asuntos prácticos estén resueltos. Así no habrá una acumulación
de tiempo psicológico, que es la identificación con el pasado y la
continua proyección compulsiva hacia el futuro.
Si te marcas un objetivo y avanzas hacia él, estás usando el
tiempo del reloj. Eres consciente de adonde quieres ir, pero
valoras y das la máxima atención al paso que estás dando en este
momento. Si te centras excesivamente en el objetivo, quizá
porque estás buscando la felicidad, la realización, o completar tu
sentido de identidad, dejas de honrar el ahora. Entonces se
queda reducido a un simple paso intermedio sin valor intrínseco
que te permite acceder al futuro. El tiempo del reloj se convierte
en tiempo psicológico. Tu camino de vida deja de ser una
aventura y se reduce a una necesidad obsesiva de llegar, de
alcanzar, de lograrlo. Dejas de mirar y de oler las flores que
están a los lados del camino y dejas de interesarte por la belleza
y el milagro de la vida que se desarrolla a tu alrededor cuando
estás presente en el ahora.
¿Estás siempre tratando de llegar a otro lugar distinto de donde
estás? ¿Son la mayoría de tus acciones sólo un medio para
conseguir un fin? ¿Pospones siempre la satisfacción o la reduces
a breves placeres como el sexo, la comida, la bebida, las drogas
o las emociones intensas y la excitación? ¿Estás siempre
centrado en conseguir, alcanzar y llegar a ser, o,
alternativamente, estás siempre buscando una nueva emoción
o placer? ¿Crees que si adquieres más cosas te sentirás más
realizado, serás lo suficientemente bueno o estarás
psicológicamente completo? ¿Esperas que un hombre o una
mujer dé sentido a tu vida?
En el estado de conciencia normal, es decir, no iluminado, el
poder y el infinito potencial creativo que residen en el ahora
quedan totalmente oscurecidos por el tiempo psicológico. Tu vida
pierde la cualidad vibrante, la frescura, la maravilla. Las viejas
pautas de pensamiento, emoción, conducta, reacción y deseo se
expresan en acciones absolutamente repetitivas; son un guión
mental que te da una especie de identidad, pero distorsiona
o encubre la realidad del ahora. A continuación la mente crea
una obsesión en la que el futuro sirve para escapar de un
presente insatisfactorio.
Lo que percibes como futuro es parte intrínseca de tu estado de
conciencia ahora. Si tu mente lleva una pesada carga del pasado,
experimentarás más de lo mismo. El pasado se perpetúa a sí
mismo por la falta de presencia. La calidad de tu conciencia en
este momento es lo que conforma el futuro, que, por supuesto,
sólo puede ser experimentado como el ahora.
Y si la calidad de tu conciencia en este momento es lo que
determina el futuro, ¿qué determina la calidad de tu conciencia?
El grado de presencia que tengas. Por tanto, el único lugar donde
puede ocurrir el verdadero cambio y donde puede disolverse el
pasado es el ahora.
Quizá te cueste reconocer que el tiempo es la causa de tus
sufrimientos y de tus problemas. Crees que están causados por
situaciones específicas de tu vida, y desde el punto de vista
convencional eso es verdad. Pero hasta que no enfrentas la
disfunción fundamental de la mente –su apego al pasado y al
futuro y su negación del ahora– en realidad los problemas son
intercambiables.
Si hoy desaparecieran milagrosamente de tu vida todas las
causas de sufrimiento o infelicidad, pero no estuvieras más
presente, más consciente, pronto te encontrarías con una serie
de problemas similares, como una sombra que sigue tus pasos.
En último término sólo hay un problema: la mente ligada al
tiempo. En el tiempo no hay salvación. No puedes ser libre en el
futuro. La presencia es la llave de la libertad, de modo que sólo
puedes ser libre ahora.
Encuentra la Vida Subyacente en tu Situación de Vida
En lugar de hablar de tu «vida» deberías ser más preciso
y hablar de tu situación de vida, que está hecha de tiempo
psicológico: pasado y futuro. Ciertas cosas del pasado no fueron
como deseabas. Aún sigues resistiéndote a lo ocurrido en el
pasado, y ahora te estás resistiendo a lo que es. Lo que te hace
seguir adelante es la esperanza, pero la esperanza hace que
estés enfocado en el futuro, y ese enfoque permanente perpetúa
tu negación del ahora y, por tanto, tu infelicidad.
Olvídate de tu situación de vida durante un tiempo y presta
atención a tu vida. Tu situación de vida existe en el tiempo. Tu
vida es ahora. Tu situación de vida es un asunto mental. Tu vida
es real
Encuentra la puerta estrecha que conduce à la vida. Se llama el
ahora. Reduce el ámbito de tu vida a este momento. Tu situación
de vida puede estar llena de problemas –como lo están la mayoría
de ellas-, pero averigua si tienes algún problema en este
momento. No mañana, ni dentro de diez minutos, sino ahora.
¿Tienes un problema ahora?
Cuando estás lleno de problemas no hay espacio para que pueda
entrar nada nuevo, no hay lugar para una solución. Por eso,
cuando puedas, date espacio, crea el espacio que te permita
encontrar la corriente de vida que subyace a tu situación de vida.
Emplea tus sentidos plenamente. Trata de estar donde estás.
Mira a tu alrededor. Simplemente mira, sin interpretar. Observa
la luz, las formas, los colores, las texturas. Sé consciente de la
presencia silenciosa de cada cosa. Sé consciente del espacio que
permite que cada cosa sea.
Escucha los sonidos; no los juzgues. Escucha el silencio debajo
de los sonidos. Toca algo, cualquier cosa, y siente y reconoce su
Ser. Observa el ritmo de tu respiración; siente cómo fluye el aire
dentro y fuera, siente la energía de vida dentro de tu cuerpo.
Permite que todo sea, tanto dentro como fuera. Permite
y reconoce la cualidad de las cosas. Entra profundamente en
el ahora.
Estás dejando atrás el mundo mortecino de la abstracción
mental, del tiempo. Estás saliendo de la mente alocada que agota
tu energía de vida, del mismo modo que está envenenando
y destruyendo la Tierra. Estás despertando del sueño del tiempo
al presente.
Todos los Problemas son Ilusiones Mentales
Centra tu atención en el ahora y dime qué problema tienes en
este momento. No me estás dando ninguna respuesta porque es
imposible tener un problema cuando tu atención está plenamente
en el ahora. Hay una situación que tiene que ser afrontada
o aceptada, eso sí. Pero ¿por qué convertirla en un problema?
Inconscientemente, a la mente le encantan los problemas porque
te dan cierta identidad. Es algo normal; y es una locura. Tener un
problema significa dar vueltas mentalmente a una situación sin
tener verdadera intención o posibilidad de hacer algo respecto
ahora. Inconscientemente estás haciendo del problema parte de
tu identidad. Acabas sintiéndote tan agobiado por tu situación de
vida que pierdes la sensación de la vida, del Ser. O llevas en tu
mente la pesada carga de un centenar de cosas que tendrás que
hacer en el futuro, en lugar de centrar tu atención en lo único
que puedes hacer ahora.
Cuando creas un problema, creas dolor. Basta con hacer una
simple elección, con tomar una simple decisión: pase lo que pase,
no generaré más dolor para mí mismo. No me crearé más
problemas.
Aunque es una elección simple, también es muy radical. No
podrás tomar esa decisión a menos que estés realmente muy
harto de sufrir y consideres que ya has tenido suficiente. Pero
tampoco podrás mantenerla a menos que hayas accedido al.
poder del ahora. Si no generas más dolor para ti mismo, tampoco
lo generarás para los demás. Y tampoco contaminarás la hermosa
Tierra, tu espacio interno, ni el psiquismo colectivo con la
negatividad de los problemas.
Si surge una situación que tienes que afrontar ahora, la acción
surgida de tu conciencia del momento presente será clara
e incisiva. También es más probable que sea efectiva. No será
una reacción surgida de tu condicionamiento mental previo, sino
una respuesta intuitiva à la situación. En ciertos casos en los que
la mente ligada al tiempo reaccionaría, te parecerá más eficaz no
hacer nada y simplemente permanecerás centrado en el ahora.
La Alegría de Ser
Para notar si te has dejado atrapar por el tiempo psicológico,
puedes usar un criterio muy simple. Pregúntate, ¿Hay alegría,
fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no la hay, es que
el tiempo encubre el momento presente y percibes la vida como
una carga o como un esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez o ligereza en lo que haces, eso no
significa necesariamente que tengas que cambiar lo que haces.
A veces, simplemente, basta con cambiar la manera de hacerlo.
El cómo siempre es más importante que el qué. Trata de
conceder mucha más atención a lo que haces que al resultado
que esperas obtener. Centra toda tu atención en lo que el
momento te ofrezca. Esto implica aceptar plenamente lo que es,
porque no puedes conceder toda tu atención a algo y al mismo
tiempo resistirte a ello.
En cuanto honras el momento presente, toda infelicidad
y esfuerzo se disuelven, y la vida empieza a fluir con alegría
y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia del momento
presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple,
quedará impregnada de calidad, cuidado y amor.
No te preocupes por el fruto de tus acciones: mantente atento a
la acción misma. El fruto ya vendrá cuando corresponda. Ésta es
una práctica espiritual muy poderosa. Cuando cesa el esfuerzo
compulsivo por alejarse del ahora, la alegría de Ser fluye en todo
lo que haces. En cuanto tu atención se orienta hacia el ahora,
sientes una presencia, una quietud, una paz. Ya no dependes del
futuro para conseguir la satisfacción o la realización; no buscas
en él la salvación. Por tanto, no te apegas a los resultados. Ni el
éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado de tu Ser interno.
Has encontrado la vida subyacente en tu situación de vida.
En ausencia del tiempo psicológico, tu sentido de identidad
procede del Ser, no de tu pasado personal. Y así la necesidad
psicológica de convertirte en algo distinto de lo que eres deja de
presionar. En el mundo, en lo relativo a tu situación de vida,
puedes hacerte rico, adquirir conocimientos, tener éxito,
liberarte de esto o de aquello, pero en las dimensiones profundas
del Ser ya eres completo y total ahora.
Cuando cada célula de tu cuerpo esté tan presente que vibre de
vida, y cuando puedas sentir esa vida en cada momento como la
alegría de Ser, entonces puedes decir que te has liberado del
tiempo.
El Estado Intemporal de Conciencia
Liberarse del tiempo es liberarse de la necesidad psicológica del
pasado para tener una identidad; y del futuro, para hallar la
realización. Representa la transformación de conciencia más
profunda que se pueda imaginar.
Cuando has obtenido los primeros atisbos del estado intemporal
de conciencia, empieza un ir y venir entre la dimensión temporal
y la presencia. Empiezas por darte cuenta de que tu conciencia
raras veces está verdaderamente en el ahora. Pero saber que no
estás presente es ya un gran éxito: ese saber es presencia,
aunque al principio sólo dure unos segundos de reloj antes de
que vuelvas a perderla.
A continuación, y cada vez con más frecuencia, eliges enfocar la
conciencia en el momento presente más que en el pasado o en el
futuro, y al darte cuenta de que has perdido el ahora, eres capaz
de permanecer en él no sólo un par de segundos, sino periodos
más largos, tal como se perciben desde la perspectiva externa
del tiempo del reloj.
Así, antes de establecerte firmemente en el estado de presencia,
es decir, antes de poder ser plenamente consciente, pasas un
tiempo yendo y viniendo entre la conciencia y la inconsciencia,
entre el estado de presencia y el estado de identificación con la
mente. Pierdes el ahora y vuelves a él, una y otra vez, hasta que
finalmente la presencia se convierte en tu estado predominante.
LECTURA
Eckhart Tolle: El Poder del Ahora (Gaia, 2001)

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